Resumen:
El objetivo del presente estudio es demostrar que el uso de la lengua wixárika aparte de ser un medio para comunicarse entre los hablantes de la etnia, es el vehículo por excelencia para sanar. El mara’akame usa la palabra para comunicarse con los ancestros, dialoga con ellos, con el cuerpo del enfermo y, en caso necesario, con brujos, para restablecer el equilibrio individual y comunitario. El brujo, por su parte, dialoga con entes malignos para poder meter el mal al cuerpo de la persona. La persona enferma escucha a su cuerpo cuando le dice que algo no está bien; alcanza a vislumbrar que sus sueños son mensajes enviados por las deidades para decirle que se ha roto el equilibrio, y comprende que la aparición de entes malignos en su entorno solo indica que alguien le ha puesto un mal. También ella decide si, por medio de la palabra, solicita ayuda, primero a su familia y luego al mara’akame. Una vez solicitada y otorgada la ayuda, sigue dependiendo de la persona si se lleva a buen término el diálogo con las deidades o no. Ella decide si cumple con lo requerido por ellas para complacerlas. En su diálogo interno valora si vale la pena luchar por su alma o si es mejor dejarla ir. Entonces, solo entonces, se restablece el orden. La palabra, sea del cantador, del paciente, de los dioses, es la parte primordial en la cura. Sin palabra no habría cura. El hecho de que la cultura y la lengua wixárika hayan resistido el contacto con el español, tiene mucho que ver con que se siga considerando como el medio para aliviar. Se puede prescindir de todos los demás elementos en el proceso curativo, pero de la palabra jamás.
Descripción:
The objective of this study is to demonstrate that the use of the Wixárika language, as a means of communication between ethnic speakers, is the vehicle par excellence for healing. The mara'akame uses the word to communicate with the ancestors, dialogues with them, with the body of the sick person and, if necessary, with witches, in order to re-establish individual and community balance. The sorcerer, on the other hand, dialogues with malignant entities in order to put the evil into the body of the person. The sick person listens to his body when he tells him that something is not right; he manages to glimpse that his dreams are messages sent by the deities to tell him that the balance has been broken, and he understands that the appearance of evil entities in his environment only indicates that someone has put an evil on him. She also decides whether, by means of the word, she asks for help, first from her family and then from the mara'akame. Once the help has been requested and granted, it remains up to the person whether or not the dialogue with the deities is brought to a successful conclusion. She decides if she fulfills what is required by them to please them. In her inner dialogue she assesses whether it is worth fighting for her soul or whether it is better to let her go. Then, only then, will order be restored. The word, whether of the singer, of the patient, of the gods, is the primordial part in the cure. Without words there would be no cure. The fact that the Wixárika culture and language have resisted contact with Spanish has a lot to do with the fact that it is still considered as a means to alleviate. It is possible to dispense with all the other elements in the healing process, but never with the word.